Te presento a mi marido by Corín Tellado

Te presento a mi marido by Corín Tellado

autor:Corín Tellado [Tellado, Corín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1961-12-31T16:00:00+00:00


VIII

Zía Harsfield penetró en su alcoba. Se aproximó lentamente a la cama. Junto a esta se hallaba la cunita de Dick. Se sentó en el borde del lecho e inclinándose, quedó mirando al niño fijamente. En aquel instante entró Betty.

—Chist —pidió Zía, llevándose un dedo a los labios—. No conviene que despierte.

—Pues sígueme.

—No puedo dejarlo solo.

—La doncella se encargará de él. Te reclaman en el salón. —Y más bajo aún—: Es el notario.

Zía se puso en pie con lentitud y solo dijo:

—¡Ah!

Pulsó el timbre y apareció una doncella.

—No se mueva de aquí, Nuri. El niño está para despertar de un momento a otro y le toca el biberón. Yo vendré en seguida.

—No se preocupe la señorita —aceptó complacida la doncella—. Cuidaré bien a Dick.

Betty y Zía salieron a la par.

—Zía…

—Dime, Betty…

—Te he criado y me creo con derecho a decirte algunas cosas…

—Dímelas, pues…

—El… —Zía ya sabía a quién se refería—. Dijo que su hijo debería llamarse Eric. A Polly le hubiera gustado.

—Sí.

—Hiciste mal.

—Le puse como a mi padre. Él no se opuso.

—En efecto. Pero le heriste mucho.

—¡Oh! —desdeñó—. ¡Herir! ¿Crees posible que a Eric se le pueda herir, por una cosa así? No, querida Betty. A Eric se le hiere si ahora, en el salón, el notario lee un testamento donde se le ignore. Pero Polly era demasiado noble para olvidar a su marido en su testamento.

—Le odias, Zía, y eso no está bien.

La joven se detuvo en seco y miró a Betty.

—Dices que has sido una madre para mí. También lo fuiste para Polly.

—Sí.

—Pues pareces olvidar que Polly murió por su culpa. No, Betty. Han pasado dos meses; pues parecieron años, y no volveré a soportar a Eric, porque no olvidaré jamás que por su culpa Polly murió.

Betty hizo un ademán, como diciendo con energía que no estaba de acuerdo.

—Te olvidas —exclamó— que Polly ha vivido unos meses de intensa felicidad. Si le hubieras preguntado a tu hermana qué prefería, vivir sin haber amado o morir amando…

—¡Cállate, Betty!

—Es que conocí a Polly tanto como te conozco a ti. Polly prefirió morir después de amar tanto y sentirse amada, que morir sin amor. Él la quería. De qué modo ni cómo lo ignoro, pero de que la quería estoy segura. ¿No lo ves? Vive como una sombra…

—Aparato, solo aparato para llamar la atención. Esa es… una de sus muchas falsedades. Cuando tenga el dinero en su poder, se irá lejos a disfrutar de él, se olvidará de su hijo y de la tumba de Polly… Esos hombres siempre son así.

—Eres cruel al juzgarlo. Nunca fuiste tan severa para juzgar a los demás.

—Los demás —dijo sordamente— no son Eric…

Llegaron a la planta baja y, juntas, atravesaron el vestíbulo. Betty aún dijo:

—También haces mal en criar al niño con biberón. Hay amas de cría…

—Soy la madre de Dick.

—¡Estás loca, criatura!

Obstinada exclamó:

—Polly me lo cedió antes de morir. Me dijo: «Serás una madre para mi hijo». Y yo le juré que lo seria y lo seré.

—Eres joven, te casarás, tendrás hijos.

—No me casaré jamás —refutó enérgicamente—.



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